Varios libros impresos, junto a un ebook.

Aunque algunos gurús vaticinaron que el libro digital se comería al impreso, todo hace indicar que, de momento, convivirán una larga temporada

El gurú del mundo digital Nicholas Negroponte, director del laboratorio de nuevos medios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT ), auguró en 2010 que el libro de papel tenía los días contados. Le concedió un lustro de supremacía –una década, siendo generoso– sobre su pariente electrónico. Sin embargo, el libro impreso sigue siendo el rey. En 2015, la industria editorial española facturó 2.257 millones de euros, de los que 115 millones –el 5% del total– correspondieron al formato digital.

Los expertos aseguran que va a haber una larga convivencia de los dos formatos. Cada momento tiene su forma de leer. «Cuando sales de viaje, por ejemplo, en vez llenar de libros la maleta, es más cómodo cargar tu dispositivo electrónico con los que quieras», apuntan.

Tras años de crecimiento, últimamente el libro digital ha visto frenado su avance e incluso ha registrado retrocesos. En su principal mercado, Estados Unidos, los ingresos por ‘ebooks’ cayeron en 2015 un 11%, hasta los 2.840 millones de dólares, en el segundo año de descenso desde el pico de los 3.240 millones de 2013, según datos de la Asociación de Editores de EE UU. Sin embargo, el libro impreso creció en el mismo periodo en facturación hasta los 10.630 millones y el audiolibro, con 552 millones, casi dobló en 2015 sus cifras de tres años antes. En Reino Unido, otro de los grandes mercados, las ventas digitales cayeron en 2015 un 1,6%, situándose en los 554 millones de libras, según la patronal del sector.

No solo depende del momento, sino también del tipo de libro. «El formato digital se ha impuesto en los títulos jurídicos y científico-técnicos, que están en constante actualización, pero no en la ficción y el ensayo», señalan. Parte de esa preponderancia del papel sobre los bits puede deberse a que el libro impreso es un muy buen invento: para disfrutar de él solo hay que abrirlo y no necesita enchufes ni baterías. Porque hay más en su resistencia a morir que el gusto por el papel de las ‘viejas generaciones’. Según una encuesta hecha el año pasado por la consultora Nielsen, en Reino Unido los jóvenes prefieren el libro físico al ‘ebook’, tendencia que confirma lo apuntado en otro sondeo de 2013 según el cual el 64% de los británicos mayores de 16 años y menores de 24 se inclinan para leer por el papel.

Falta de transparencia

En España no se conocen cifras sobre el soporte digital más allá de la facturación global, de esos 115 millones que suponen el 5% de la industria editorial, según el último informe de la Federación de Gremios de Editores. ¿Cuántos ejemplares vende un ‘éxito electrónico’? El gran dominador del mercado digital, Amazon, tiene sus listas de títulos más vendidos en los dos formatos y por géneros, pero las unidades no aparecen por ningún lado. ¿La última novela del ‘top ten’ digital vende más o menos ejemplares que la centésima o la milésima de la lista de papel? «No hay forma de saberlo», reconocen.

Según el CIS, mientras que el 78,6% de los españoles que leen opta por el libro impreso, solo un 11% de los lectores prefiere el electrónico. Trasladado al total de la población, significa que el 95% de los españoles no ha leído todavía en soporte digital. O, dándole la vuelta, el mercado del libro electrónico se limita hoy en nuestro país al 4,83% de la población. El papel sigue siendo, por consiguiente, el mejor medio para que un autor llegue al gran público. Por eso, mientras no es habitual que un escritor de éxito aspire a que sus obras se publiquen en formato electrónico, el camino contrario es el ansiado por muchos y el recorrido por muy pocos. El soporte digital y la autopublicación han hecho que cualquiera pueda editar su libro y ponerlo a la venta, y han inundado el mercado de títulos.

Los escritores todavía piensan en papel

Muchos creadores siguen en el fondo pensando en papel. El formato electrónico ha chocado con el recelo de los editores, que no tienen claro que en el nuevo escenario vayan a poder rentabilizar sus inversiones como lo han hecho hasta ahora con el libro impreso. Si se hace bien, publicar en digital no es tan barato. Es cierto que te ahorras los costes de impresión, pero aumentas teóricamente los de seguridad, almacenaje en servidores, etc.

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